Cuando consideramos que una conducta es buena, pretenderemos reforzarla. El refuerzo es cualquier cosa que resulta deseable para el sujeto y por lo tanto aumenta la probabilidad de que la conducta se vuelva a repetir. Podemos señalar dos tipos de reforzamiento, tanto el refuerzo positivo como el refuerzo negativo. Cuando hablamos de refuerzo positivo, nos referimos a aquellos estímulos agradables cuya presentación asociada a una respuesta aumenta la posibilidad de que esta ocurra, es decir, se trata de dar al niño o niña algo que les agrade como consecuencia a una buena actuación por su parte. Cuando tratamos los refuerzos positivos, es esencial hablar de los elogios y los premios.
A
parte de los refuerzos positivos, como ya hemos introducido anteriormente,
también están los refuerzos negativos, que consisten en la eliminación de un
estimulo desagradable cuya presentación asociada a una respuesta aumenta la
posibilidad de que el acto vuelva a ocurrir, es decir, se trata de quitar algo
que al niño no le gusta con la finalidad de producirle una sensación de alivio
para que su comportamiento vuelva a repetirse.
En cambio, cuando pensamos que una conducta no es buena y por lo consiguiente perjudicial, intentamos buscar métodos y técnicas que nos ayuden a eliminarla y que tenga menores posibilidades de repetirse en un futuro. Por ejemplo utilizamos las riñas, el tiempo fuera y los castigos.
Por último, en cuanto a la intervención, podemos seleccionar también otro tipos de técnicas, más conocidas como combinadas. Entre las cuales destacamos la autoinstrucción, el contrato de contingencias y la economía de fichas.
En cambio, cuando pensamos que una conducta no es buena y por lo consiguiente perjudicial, intentamos buscar métodos y técnicas que nos ayuden a eliminarla y que tenga menores posibilidades de repetirse en un futuro. Por ejemplo utilizamos las riñas, el tiempo fuera y los castigos.
Por último, en cuanto a la intervención, podemos seleccionar también otro tipos de técnicas, más conocidas como combinadas. Entre las cuales destacamos la autoinstrucción, el contrato de contingencias y la economía de fichas.
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