jueves, 24 de marzo de 2016

Posible intervención en trastornos de conducta

Existen numerosas técnicas que nos pueden ayudar a modificar las conductas con el objetivo de incrementar aquellas que consideramos adecuadas y por el contrario, disminuir las inadecuadas.
Cuando consideramos que una conducta es buena, pretenderemos reforzarla. El refuerzo es cualquier cosa que resulta deseable para el sujeto y por lo tanto aumenta la probabilidad de que la conducta se vuelva a repetir. Podemos señalar dos tipos de reforzamiento, tanto el refuerzo positivo como el refuerzo negativo. Cuando hablamos de refuerzo positivo, nos referimos a aquellos estímulos agradables  cuya presentación asociada a una respuesta aumenta la posibilidad de que esta ocurra, es decir, se trata de dar al niño o niña algo que les agrade como consecuencia a una buena actuación por su parte. Cuando tratamos los refuerzos positivos, es esencial hablar de los elogios y los premios.
A parte de los refuerzos positivos, como ya hemos introducido anteriormente, también están los refuerzos negativos, que consisten en la eliminación de un estimulo desagradable cuya presentación asociada a una respuesta aumenta la posibilidad de que el acto vuelva a ocurrir, es decir, se trata de quitar algo que al niño no le gusta con la finalidad de producirle una sensación de alivio para que su comportamiento vuelva a repetirse.
En cambio, cuando pensamos que una conducta no es buena y por lo consiguiente perjudicial, intentamos buscar métodos y técnicas que nos ayuden a eliminarla y que tenga menores posibilidades de repetirse en un futuro. Por ejemplo utilizamos las riñas, el tiempo fuera y los castigos.
Por último, en cuanto a la intervención, podemos seleccionar también otro tipos de técnicas, más conocidas como combinadas. Entre las cuales destacamos la autoinstrucción, el contrato de contingencias y la economía de fichas.

domingo, 13 de marzo de 2016

Mal de escuela

Se trata de un libro sobre el sufrimiento y el dolor del niño que no comprende, sobre las dificultades escolares padecidas. Y para escribirlo se centra en su propia vida, tanto en lo que se refiere a su etapa escolar como a su posterior vida profesional.

Daniel Pennac llega a la conclusión de que no hay ningún alumno malo, sino más bien, profesores poco entusiasmados en su trabajo. Y a esto se suma la poca motivación a la hora de buscar soluciones, estando más preocupados tanto profesores como familia en echarse la culpa mutuamente. Para ello se propone establecer relaciones entre ambos y encontrar soluciones a los problemas, además de establecer vínculos entre el profesor y cada uno de los alumnos por separado, porque cada uno es diferente y como bien señala él estadísticamente todo se explica y personalmente todo se complica.